
Creando cultura de Innovación
Hoy quiero presentaros el libro que he escrito junto a Esteban Meléndez, Creando cultura de innovación. Si sois de los que entendéis que la innovación es, hoy por hoy, la pieza clave para maximizar el impacto en vuestra estrategia corporativa y modernizar vuestra cultura organizacional, os recomiendo su lectura.
En nuestros días, las empresas que sobreviven no son necesariamente las más fuertes, sino las que mejor se adaptan al cambio.
La innovación no es patrimonio de unos pocos, con grandes recursos para invertir en ella o en la tecnología que la sustenta. Es importante entender que cualquier empresa, sea cual sea su tamaño o sector de actividad puede abordar sus retos desde la innovación. Lo que realmente importa es la calidad del liderazgo y el desarrollo de una cultura innovadora. Me atrevo a afirmar que, hoy por hoy, la supervivencia de una empresa depende de la adaptación de su equipo a los cambios ambientales, de crear un ambiente propicio, donde las personas que trabajan en ella encuentren la inspiración y se sientan motivadas.
Necesitamos repensar y revaluar el desarrollo de nuevos patrones de comportamiento y de hábitos en nuestras organizaciones, potenciando el diálogo continuo entre todas las partes involucradas en la empresa: equipo, clientes, partners… para desarrollar en todos ellos una cultura innovadora.
Innovación y Creatividad
En las próximas semanas iremos desgranando las partes esenciales del libro, que nos ayudarán a crear una cultura innovadora en nuestra organización. Hoy empezaré por el principio, para centrarme en una pregunta que nos hacemos con frecuencia, ¿necesita la innovación de la creatividad para ser eficaz?.
La innovación es la aplicación de la creatividad de manera sistemática para lanzar un nuevo producto o servicio al mercado. Su objetivo prioritario es transformar las ideas o insights generados por la creatividad en un entorno real y mesurable económicamente.
La creatividad la podríamos definir como la producción de nuevas ideas que pueden dar lugar a un nuevo producto, concepto o servicio, o simplemente resolver un problema de forma original y diferente. Aparece en momentos de ideación definidos y elegidos dentro del proceso de innovación, aunque también puede aparecer de forma espontánea.
La creatividad es, indudablemente, un ingrediente básico en la receta de la innovación. Pero no es el único, ni mucho menos. Las ideas son necesarias, pero hace falta más. Uno de los grandes innovadores empresariales de las últimas décadas (al menos, lo es para mí), Michael Dell, se refería a ellas como commodities, y explicaba que sólo aquellas que llegan al mercado y funcionan pueden ser consideradas como tales.
Innovación radical vs. Innovación incremental
Cuando el resultado de un proceso innovador da lugar a algo totalmente nuevo hablamos de innovación radical, disruptiva o en valor. Una innovación que trabaja con el futuro, ofreciendo soluciones realmente nuevas que funcionan en mercados nuevos o existentes. Una forma de arriesgar más a cambio de un impacto mayor.
Por el contrario, la Innovación incremental o continua es un proceso que busca optimizar lo existente para mantener el valor. Es la estrategia de la inercia aplicada en compañías tradicionales en contextos más bien limitados, para introducir mejoras sobre algo que ya existe, partiendo de datos y feedback sobre como está funcionando aquello que pretendemos mejorar.
Saber qué proceso innovador se adapta mejor a la compañía y cuál optimizará mejor sus recursos para conseguir los objetivos marcados es la clave del éxito en la cultura de innovación de cualquier empresa. ¿Tienes claro cuál es el proceso que necesita tu organización?.
Puedes descargarte GRATIS el libro Creando cultura de Innovación desde: www.aralandbusiness.com
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